La nieve cae sobre los tejados...
Si, señoras y señores, el sol vuelve a iluminar los cielos de mi ciudad, después de un día en que solo se podían ver pequeñas partículas de un cielo blanco derramándose sobre los tejados. Las aceras se hicieron difíciles de transitar, los vehículos en la calle dormidos se despertaron de la siesta hechos bolitas de agua y hielo, nunca el cielo había sido tan blanco…
Y quizás eso me deslumbró el pensamiento, pues he necesitado tiempo para asimilar lo que anda pasando, como un cielo se puede parecer tanto al olvido, tanto a la melancolía, tanto a una sensación de inevitable abandono… Los demás salieron a la calle, a guerrear con la nieve, pero yo me quedé en casa, viendo como ese cielo azul que tanto me gusta se desmenuzaba en pequeños copos, idénticamente diferentes, dejando tras de si una capa de inmensa tranquilidad… paz blanca…
El sol volvió a salir, si, como siempre pasa tras la tormenta, dejando los suelos como pistas de patinaje, pero volví a salir a la calle, a reencontrarme con mi vida, pausada por la tempestad, a enfrentarme de nuevo a la realidad de fuera de mi nube congelada… pues era inevitable…
Y si, sigo aquí, como siempre… tan igual y tan diferente, tan alegre y melancólica, tan blanca y tan azul… Ahora me apetece pintar mis trenes de colores, salir de mi comunismo y colorearlo todo, pues quiero disfrutar(te), a pesar de que el cielo ya no sea el mismo, quiero susurrar(te) aquellas palabras que jamás me atreví a decir(te)… Dejo el horror vacui atrás... porqué la nieve ya no cae sobre mi tejado...
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