Noches de fiesta
Ahí está, rodeada de una luz verde láser, escondida entre esa masa de cuerpos tambaleándose al compás de un ritmo demasiado alto, apoyando su delicada espalda en la dura barra dónde licores mezclados son repartidos a diestra y siniestra. En la oscuridad intermitente sujeta con seguridad una copa de color difícil de definir, mirando alrededor buscando a su nocturna presa. De repente sus ávidos ojos se sitúan de frente, se origina un espacio vacío entre su rostro y el mío, y por un segundo sus ojos y su boca sonríen complacidos ante mi visión.
El ritmo se vuelve aún más fuerte, mezcla de compás caribeño y nuevas tendencias, y su cuerpo se mueve sigiloso buscando la manera de llegar a mí. Sin darme cuenta imito su aproximación, dejándome llevar por la música; la masa se aparta sola, como expectante a nuestro encuentro, y allí, en medio de decenas de personas nos encontramos, acomodando nuestros cuerpos apenas en un roce de miembros que se mueven por inercia. Todo se detiene y ya tan solo existen sus oscurecidos ojos. Allí termina todo; me convertí en su víctima casi perfecta, dando el todo por el todo de nuestros seres, abandonándome en su abrazo, en una noche de fiesta, siendo una esclava de sus nocturnos y alcoholizados deseos.
El ritmo se vuelve aún más fuerte, mezcla de compás caribeño y nuevas tendencias, y su cuerpo se mueve sigiloso buscando la manera de llegar a mí. Sin darme cuenta imito su aproximación, dejándome llevar por la música; la masa se aparta sola, como expectante a nuestro encuentro, y allí, en medio de decenas de personas nos encontramos, acomodando nuestros cuerpos apenas en un roce de miembros que se mueven por inercia. Todo se detiene y ya tan solo existen sus oscurecidos ojos. Allí termina todo; me convertí en su víctima casi perfecta, dando el todo por el todo de nuestros seres, abandonándome en su abrazo, en una noche de fiesta, siendo una esclava de sus nocturnos y alcoholizados deseos.
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